sábado, 13 de febrero de 2016

Adiós pajarillo

Vuela, vuela pequeño pajarillo… allá van tus plumas ligeras y frágiles, allá va tu alma posada en ellas… allá vuelas como un ángel, libre y sin cadenas.

La magia sigue… vivirás en mi corazón, al igual que “ellos”, que ahora te reciben y que en ocasiones anhelamos… ahora estáis juntos, por siempre. Y por siempre será este amor, porque he tenido mucha suerte de poder disfrutar de esa magia que a veces envuelve la casualidad, pues que yo exista es fruto de que tú lo hicieras. Así pues te doy gracias por haber hecho realidad el milagro que permitió que yo naciera… por dármela a ella, gracias.



Estoy segura que no soy la única que lo piensa, pues has creado una gran familia, que quizás no está tan unida como quisieras o te gustaría, pero a veces los caminos son dificultosos y sinuosos, nos alejamos sin darnos cuenta y sin preguntarnos si merece la pena… reproches, discusiones, rencores y decisiones… ¿es que te has equivocado? ¿y quién no lo hace? Has tenido tus cosas buenas y tus cosas malas, tus imperfecciones y tus pequeñas virtudes... ¿quién se sentó contigo para preguntarte cómo había sido tu niñez, tu adolescencia, tu madurez? ¿cuántas veces te preguntaron? quién te preguntó por tus sueños? Somos lo que somos porque las experiencias nos guían, unas veces aciertan y otras se equivocan, pero siempre tienen un sentido y cuando el retorno ya no es posible, sólo existe un camino… es entonces cuando el perdón es muy digno.

Por ello yo te pido perdón, porque para mí ha sido un privilegio haberte conocido y tenido en pequeños momentos, quizás algo cortos en ocasiones, quizás algo silenciosos, pero siempre llenos de mucho calor y cariño. No te sientas culpable por esa magia que nos ha bendecido, porque el cariño no se escoge y los sentimientos sólo son eso… y yo sé que a tu manera con todos los has vivido. Hoy somos hermanos de hijos, a su vez también padres con objetivos… y todos deseamos que nuestros descendientes estén siempre juntos, se amen y ayuden sin olvidarnos de dónde venimos. Basta con mirarnos a nosotros mismos para darnos cuenta del valor que nos has trasmitido… perdóname si alguna vez no te he correspondido.

En mi baúl almaceno muchos recuerdos, abrazos y besos, risas y llantos, pero grandes momentos vividos cuando éramos pequeños. Y ahí has estado también, siempre presente en esos importantes momentos de mi vida. Tú lo hiciste posible a pesar de tus fallos y de tu carácter, pero no te preocupes, ve tranquila porque yo te lo perdono. Y ese baúl nunca se cerrará, siempre permanecerá abierto para poder seguir llenándolo de pensamientos, de magia y de cuentos.

Y déjame que vuelva a recordar nuestra despedida... las dos sabíamos que sería la última, los últimos besos y las últimas caricias, ese ratito viendo fotos y tus palabras saliendo con tanto esfuerzo que me hicieron llorar... tu respiración tranquila y tu clara decisión ante la vida, sólo quedaba respetarlo y asumir que pronto sería el día. Allí, tan pequeña, tan débil, me agarraste la mano y me dijiste con dificultad "no te vayas" y se me hizo un nudo en el estómago que me convirtió en estatua de sal. Pero me agarré a ti y pude susurrarte al oído lo mucho que te quería, "lo sabes, ¿verdad?", sólo tenías que decirme que sí porque entonces yo sería feliz. ¡Qué difícil es decir te quiero! ¡qué pocas veces nos atrevemos! y luego estamos toda la vida por ello arrepintiéndonos. Pero yo estoy contenta, porque la magia volvió y a mí me lo permitió, de este modo tu última sonrisa pude contemplar. Adiós ratoncillo, no olvidaré tus ojillos abiertos y silenciosos desde la cama, mirando con miedo cómo nos íbamos, tu cabello de plata sobre la almohada... escuchando aquél “hasta mañana”.




Gracias abuelilla por todo ese cariño que me has dado, esos ratitos, ese mal carácter que con un abrazo se olvidaba, esas rabietas con las que al final te reías... siempre te querré pequeña gruñona… nunca dejaré que la magia acabe.

Adiós pajarillo, adiós.


martes, 30 de diciembre de 2014

Reflexiones en Diciembre

Bienvenido seas Diciembre

Atrás ha quedado el fresco noviembre,
con sus tonos grises y su nostalgia.
Se hace presente hoy con toda su magia,
el blanco, frío y hermoso Diciembre.

Traes en ti la hermosa navidad,
Jesús que nace humilde en un portal,
trayendo esperanza a todo mortal,
Dios se hace carne, se hace humanidad.

Éstas tierras de blanco vestirás.
El día 31 un año más concluirás,
tristezas y angustias tú portarás.

Difícilmente podrá celebrarte,
quien el dolor vive y siente la muerte,
que la pobreza dificulta amarte.

Seamos testigos de caridad,
en un mundo vil, privo de hermandad,
demostremos la solidaridad.

Kavanaruden


He aquí diciembre, a punto de acabarse a un día y estaremos tomando las uvas. Mientras yo me pregunto “¿qué me pasa con este mes?” Siempre en estas fechas mi cabeza es como una olla a punto de estallar, mi estado emocional es como una montaña rusa, un día es la risa, al otro es el llanto, mi carácter fluctúa entre el mal humor y la ternura, presión, tensión, magia, ilusión, dulces y luces… de nuevo empiezo a correr sin dirección y quiero parar, detenerme y abandonar. ¡Ahí está! ¿otro año más u otro año menos? Vuelta a empezar, sigue y sigue, otra vez igual, no habrá cambios, nada nuevo… ayer como hoy, mañana como siempre. Una espiral eterna de la que necesito salir y no sé cómo, no encuentro la salida, me falta esa “estrella guía” que tanto luce en estos días.




Diciembre, época navideña, tiempo de amigos y familiares, momentos de fiestas y eventos miles. En estos días de reencuentros en los que la magia y la ilusión invaden nuestras calles y nuestras casas, hay dos tareas de las que nadie nos puede eximir.

Por un lado, hace su entrada la diversión que debe ser máxima, disfrutar por todo lo alto como si fuese la última vez que lo fuéramos a hacer… quedamos con amigos que hace tiempo no vemos, compartimos momentos diferentes con las personas con las que nos vemos habitualmente rompiendo la rutina por al menos una vez, comidas y cenas de empresa en las que la relación con nuestros compañeros y jefes se hace distendida (se comparte algo más que “una planificación o un presupuesto”), fiestas y salidas donde el vino y la cerveza son actores principales. Así son estos días, uno sí, uno no… ¡tenemos que vivir a tope! Beber y comer como si se fuera a acabar el mundo, para que unos días después, lleguen los esfuerzos extras para arrancar esos kilos de más y desprendernos de la pesadez. Rompemos nuestra rutina, intentamos relajar cuerpo y mente, para luego dar paso a las lamentaciones, pero de momento… olvidemos y disfrutemos, vamos a compartir con todas esas personas nuestros pensamientos, sentimientos, vamos a ponernos al día de todo este tiempo porque luego, de nuevo la normalidad volverá y todo será como antes, volveremos a olvidar, volveremos a ser los de siempre… volverá enero y con él todo el año entero, que será uno más. Pero recuerda, no puedes estar triste, sino alegre, hay que sonreír, reír, gritar y cantar, seamos positivos y nada, nade de llantos… ¿podrás hacerlo? Yo no.




¿Y la otra tarea? Pues es momento de reflexionar, de hacer balance y analizar este año que ha pasado. Ver qué cosas buenas nos han pasado y qué cosas malas hemos superado, deseando que no vuelvan a suceder, para dar paso al nuevo año con esperanza y aires renovados, ya sobrevuela por nuestras cabezas la famosa frase “año nuevo, vida nueva” y hay que acatarla. Es entonces cuando aparecen en nuestras vidas los nuevos objetivos, los nuevos propósitos y un largo etcétera de cosas que luego, casi nunca cumplimos porque lo cierto es que al final ni nos lo tomamos en serio, ni nos comprometemos hasta el final. Así es que toca pensar, toca dedicar unos minutos a ese nuevo futuro que está a la vuelta de la esquina, ¿qué necesitamos? ¿qué cambios haremos? Cosas típicas como apuntarse a un gimnasio o más deporte (quien ya lo haga), nueva dieta más estricta y rigurosa, más tiempo con la familia… o esas otras como ayudar a los necesitados, ser más generoso o intentar controlar mi carácter, ¿os suena? Sin embargo pienso que esto de cómo o con qué afrontar el nuevo año, es una especie de enmascarar lo verdaderamente importante: esa reflexión interna sobre nosotros mismos. Esa reflexión que está en nuestro interior agazapada y que necesita salir, ”¿soy lo que quiero ser? ¿a dónde voy?” O dicho de otro modo “¿quién soy? ¿dónde quiero estar?”… he ahí de nuevo la espiral.

Y esta es mi reflexión: “no consigo reflexionar”. No soy de ponerme metas, ni objetivos. No soy de hacer propósitos de año nuevo, paso de un año a otro como de un lunes a un martes. No creo en los deseos que se queman en Nochevieja, ni en el color rojo (hace mucho que dejé de hacerlo) y en cambio, me gusta la Navidad. Disfruto con ella porque me parece una época entrañable y familiar, llena de ilusión y magia para los niños… aunque seamos los adultos los que lo hacemos posible, les hacemos creer en algo, reír y soñar con que sus deseos se harán realidad, ¿verdad que no hay nada más bonito que hacer que nuestros pequeños sean felices?. Lo sé, todo es un consumismo exagerado. Como también sé que hay personas que dicen odiar la Navidad porque es una época de hipocresía y mentiras. Yo sólo puedo respetar a cada uno con sus pensamientos y sentimientos, cada cual es libre de decidir cómo vivir su vida (en estos días y siempre), pero lo cierto es que el hipócrita lo es todo el año, quién quiere pasar tiempo con determinadas personas lo hace y el que no, simplemente no lo hace… Que cada uno celebre estos días cómo más le apetezca, supongo que todos aquellos que dicen “odio la Navidad”, tendrán su propia realidad y no habrá “ni ilusión, ni magia” entre sus pequeños, ni habrá árbol en casa que aparezca lleno de regalos ese día. Pues olé por ellos pero por favor, sólo pedirles que sean un poquito hipócritas para con los que creen en la Navidad y desean disfrutarla. A mí me gusta la Navidad aunque no siempre consigo estar alegre y feliz, la Navidad también es para recordar a aquellos que se fueron y para llorar si se necesita. En estos días nuestros sentimientos fluyen más libremente y salen a la luz, déjales que vuelen.




Parece que al final sí consigo reflexionar. Estos días no sé qué pensar, todos los años la misma historia por estas fechas, me siento “que no estoy”, me surgen de nuevo las mil dudas, me aburre empezar otro año, más de lo mismo, “ser o no ser”. No llego a adivinar si es fruto de la nostalgia que estos días generan, quizás sea por el cansancio del ajetreo de ir de un lado a otro sin parar o simplemente es miedo. Miedo al reto, miedo al objetivo, miedo a la rutina, miedo al aburrimiento, miedo a no plantearme propósitos, miedo a no cambiar, miedo a ponerme metas y no llegar, miedo a caer, miedo a levantarme y seguir… miedo al balance que me recuerda lo que he conseguido y lo que no, que me recuerda que llegué a los 40 con un análisis que no me gustó y que tras haber pasado un año, no ha cambiado nada en mí, sigo siendo yo y más yo, siempre yo. A punto de cumplir un año más, sigo haciendo lo mismo día a día, por ahora cuerpo y mente siguen el mismo curso, del 40 al 41 y como si tal cosa. Salgo a correr y me falta el aire, las piernas no me van, no puedo seguir a mis compañeras, empiezan las competiciones y me ahogo. Si voy sola, me paro en medio del camino a intentar respirar, cojo aire profundamente y entonces observo la inmensidad del campo, allá a lo lejos la sierra, por el otro lado veo la ciudad y según voy girando campo y más campo, más tierra, más camino sin fin, no hay límite, allí está el infinito… y entonces rompo a llorar. No sé cuánto tiempo transcurre, no quiero seguir corriendo, no quiero volver, quiero quedarme ahí parada con mi mar de lágrimas. En ese momento aparece un gato que como desafiándome se planta en medio del camino, me mira, está inmóvil, le miro y dejo de llorar mientras me pregunto “¿qué quieres? qué piensas?”, nos retamos durante unos minutos hasta que algo en mi interior me dice que debo continuar, me esperan, arranco y entonces el gato sale corriendo dejándome paso. Aún sigo analizando ese instante del que no llego a descifrar el mensaje. O quizás, simplemente, no había mensaje… resultado: “a solas con un gato”.




¿Por qué?”, me pregunto una y otra vez, todo me lo cuestiono, siempre en eterna ebullición, pero no consigo llegar al análisis profundo que me dé la solución y eso me mata. Lo sé, es una cuestión de aceptación, debe ser sencillo aceptar el entorno o la situación, aceptar la realidad que nos rodea, sólo aceptarse. Y ese es mi problema, harta de exigirme y no poder dejar de hacerlo, abandonar el látigo para disfrutar del camino, olvidar los objetivos y dejarme llevar… seguro que así será todo más fácil, ¿o no?. En fin, yo he cumplido con mi primera tarea y ahora me toca enfrentar la segunda, aunque estas palabras me han servido para reflexionar algo, me doy cuenta de que no hay que tener miedo, que el único enemigo que realmente puede hacerme daño soy yo misma, que tengo que disfrutar del momento y del camino, olvidando el objetivo que a veces no es tan importante, porque al final se consiga o no, seguiré siendo yo.

Y ese será mi propósito del año que entra, de este 2015 que embebe mis dos número favoritos, el 5 y el 8. Espero que me dé suerte.


¡Feliz Navidad!
¡Feliz Año Nuevo!

¡Hasta el año que viene!




martes, 7 de octubre de 2014

Mi última creación... desde Madrid.

Hace tiempo que no escribo, hace tiempo que no pinto… hace tiempo que hago poco ¿o quizás haga nada? Hace tiempo que el tiempo pasa y nada cambia.

Últimamente tengo encerrados mis pensamientos, mis sentimientos y esa caja de colores no parece querer abrirse, no hay tiempo… ¿todavía sin tiempo? ¿cuánto más tiempo?

Tiempo al tiempo” que dice el dicho.
Dale lo suyo al tiempo, pero sin perder el tiempo” que nos recuerda algún refrán.
El tiempo es la cosa más valiosa que el hombre puede gastar” como decía Teofrasto.
El tiempo es un gran maestro que arregla muchas cosas” por Pierre Corneille.
No es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho”, reconoció Séneca.
No hay daño tan grande como el del tiempo perdido”, por Miguel Ángel Buonarroti.
Pero quizás sea el pensamiento de Albert Einstein cuando decía “yo nunca pienso en el futuro; llega demasiado aprisa” el que, paradójicamente haga pararse a pensar…

Y aquí permanece este edificio que de momento sigue inexorable, frente al tiempo, su esencia la que vigila, su piel la que respira… déjate llevar, piensa, sé tú mismo… date una oportunidad.

Hoy es el primer día del resto de tu vida
(Anónimo)





martes, 28 de enero de 2014

Tiempo sin tiempo




Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta

tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.







jueves, 19 de diciembre de 2013

El último adiós


Me siento perdida, no encuentro la forma de empezar esta entrada, no sé cuántas veces la he reescrito, una y otra vez, vuelta a empezar… me cuesta poner en orden mis pensamientos y mis sentimientos, estos días están siendo complejos y estoy confundida.

Vivimos en una época de contradicciones, de reencuentros, de ilusiones, pero también de tristeza, de añoranzas… la Navidad tiene una magia especial que no te deja impasible, aunque quieras pasar de lejos, es difícil porque al final te atrapa… y aquí estoy, intentando dejar por escrito, una vez más, cómo me siento mientras escucho un álbum de canciones navideñas de Diana Krall.

Hoy es 18 de diciembre de 2013, pero vayamos atrás… retrocedamos unos días.

Miércoles 11 de diciembre de 2013, un día más como otro cualquiera, un día normal, no hay nada de especial. Un día más en la vida de muchas personas, incluso en la mía, un miércoles cualquiera con la rutina habitual. Quizás para otras personas fuera especial, un cumpleaños o aniversario, un encuentro con algún amigo o ser querido, un viaje, una sorpresa… hay tantas personas en el mundo como posibilidades y desde luego, un miércoles cualquiera, 11 de diciembre de 2013, puede ser muchas cosas.

Pero qué caprichoso puede ser el destino, porque este no fue un miércoles cualquiera, fue 11 del 12 del 13. ¿Qué tiene de especial? ¿aún no lo veis?

11/12/13

Curiosa secuencia, única y definitiva secuencia, ya no habrá más combinaciones en los años sucesivos, ya no habrá más. Ha habido tantas conjeturas alrededor de esta fecha que ha sido imposible dejarlas pasar y cuanto menos escucharlas… una vertiente pensaba que era una fecha mágica, que aquellos que la vivieran serían agraciados y seguro que habrá personas para las cuales así fue… otros pronosticaban que se acabaría el mundo, ¡menuda tontería! lo hemos oído tantas veces que es evidente que es absurdo ¿o a caso no seguimos aquí? Una fecha llena de misticismo y superstición, una fecha como otra cualquiera… excepto para él.

Y es que él no sabía que ese miércoles 11 de diciembre, tan rutinario como otro cualquier miércoles, en el que probablemente hizo lo mismo que el miércoles anterior o incluso el día de antes, sería especial… no, él no lo sabía. Si lo hubiera sabido quizás hubiera hecho algo distinto, quizás hubiera contando eso que a veces le perturbaba, quizás se hubiera quitado esa espinita, quizás hubiera hecho esa llamada a esa persona, quizás hubiera ido a darle un beso a su madre o un abrazo a su padre, quizás hubiera echado unas risas con sus hermanos, quizás hubiera susurrado tantas veces “te quiero” a su pareja que habría perdido el aliento. Pero no, él no lo sabía. Su día fue un día normal, un día más y sin embargo, para él sí fue “el último día”.

Así es la vida, implacable en algunos momentos, no te da opción, no te deja alternativas, de repente te sorprende un día y ya no puedes hacer nada… sólo hay vacío, no hay nada, todo se acaba. Si has disfrutado el tiempo que se te ha otorgado has sido afortunado, si no lo has hecho… lástima porque ya no tienes opción y en verdad que es así. Quiero pensar que él lo hizo, que aprovechó y disfrutó al máximo todo lo que pudo… que fue feliz, al menos todo lo que se propuso, en su pequeño mundo él tenía todo lo que quería, estaba satisfecho, amaba y era querido… me consta que así era. Un chico muy suyo, callado, respetuoso, al que le gustaba ayudar, quizás tímido pero con un fondo enorme, tan grande como lo era él físicamente, lleno de cosas bellas, detalles… ¡ay pequeño gran hombre! ¡cuántas cosas maravillosas escondías!

Te has ido en silencio, sin armar jaleo, respetando el sueño de los demás hasta el último día. Te has ido sin avisar, intentando que no hubiera un dolor prolongado entre las personas que dejabas. Te has ido dejando tu “particular legado”. La gente te quería, cientos de personas fueron a darte el último adiós, te acompañaron en tus últimas horas antes de que te fueras definitivamente. Fuiste incluso escoltado, como la persona importante que eras, de una forma bella y sincera, silenciosa pero con una gran grandeza. Y yo misma compartí contigo un último instante, curiosa casualidad precisamente durante nuestros viajes que fuera “la chispa de la vida” con tu nombre que cayera en mis manos… ¿qué me querías decir? Hay que seguir adelante, nos has puesto en la salida y ahora hay que llegar a la meta. Lo sé, cuando la vida te golpea, hay que volver a levantarse porque aún hay mucho por hacer. ¡Qué contradicción! precisamente para nosotros, esa fecha es un comienzo, ahora hay que continuar en el camino. Dejas un gran vacío y mucho dolor, pero también dejas mucho amor y has hecho que se produzcan reencuentros. Has hecho grandes cosas y las sigues haciendo… ¿te das cuenta? Siempre estarás aquí.



Ya lo ves, pero además te vas precisamente en Navidad, una época llena de ilusión y magia, una época llena de risas y alegrías para los niños. ¡Cuántas navidades pasamos juntos! ¿recuerdas? Y es que al menos, tuve la ocasión de compartir contigo una de las épocas más maravillosas en la vida de una persona. Una época llena de ingenuidad e inocencia, la época más bonita y libre de obstáculos, la época más feliz, esa época que es la niñez. Así emprendes este viaje para convertirte en una de esas estrellas que con tanta intensidad brillan, para que siempre tengamos un lugar al que mirar o quizás seas ese ángel que vela por las personas a las que quieres, por las personas que te quieren… ¿has oído esta canción?




¡Qué injusto es todo esto! Alguien me decía que esto es simplemente “el azar”, no hay justicia divina, no hay justicia social, es simplemente esto… pero qué quieres que te diga, ¡estoy harta del azar! Porque el mazo cae indiscriminadamente y hace daño a quien no se lo merece, no puedo más que enfadarme con el destino, no hay consuelo para las personas que te rodeaban, no hay palabras de aliento para nadie, sólo hay rabia. Pero yo tengo que pedirte perdón porque a mí personalmente me has dado una lección, me has dado qué pensar, no sabemos cuándo nos puede llegar ese 11/12/13 particular, no sabemos lo que habrá mañana… no hay futuro porque precisamente el futuro es el presente y como seguro que lo conoces, hagamos que nuestra bandera sea “carpe diem”. Y gritemos, lloremos como lo hizo el cielo el día que te fuiste, porque el jueves las nubes se abrazaron por ti y de tan fuerte que lo hicieron dejaron caer sus lágrimas de manera silenciosa durante esa noche en la que el tiempo se eternizó. Pero aprendamos a perdonar, aprovechemos el tiempo con las personas que queremos, digamos más “te quiero”, porque después del fin de semana duro e intenso, lleno de desasosiego y desaliento, volvió a salir el sol para despedirte. Y así te recibía la mañana del domingo, con sus brazos abiertos tras un cielo azul intenso bañado por ese sol que intentaba darnos calor en esa mañana fría, intentando recordarnos que así tú lo querrías, porque es así Rubén… siempre sale el sol.



Me tengo que despedir una vez más… ahora definitivamente. Aunque siempre estarás presente porque curiosamente hoy, unos días después, puedo decir algunas cosas más sobre ti, ahora sé cuál era tu película favorita, incluso sé qué tipo de música escuchabas, ahora conozco algunas cosas que te gustaba hacer y sé que alguna más sabré, pero aún así… sigue siendo tarde, ya es demasiado tarde. Gracias primo por lo que me has enseñado, gracias primo por lo que hemos vivido.



Y te dejo aquí mi primer y último adiós, el que salió desde lo más sincero de mis sentimientos, el adiós que fue arrancado desde el más profundo dolor y desde el más inmenso cariño. Mi carta de despedida.


He intentado escribirte unas palabras, pero tristemente, me he dado cuenta que apenas te conozco.
No sé cuál es tu color favorito o tu libro preferido… no sé qué música escuchas, pero seguro que no eres muy bailarín… no sé qué película te ha hecho reír y cuál te ha hecho llorar… ni siquiera conozco tus aficiones o si te gusta viajar… y ahora, sin embargo, acabas de iniciar un viaje sin retorno que ya nunca me permitirá descubrir estos pequeños detalles… he llegado tarde.
Tan sólo tengo recuerdos, alegres y llenos de ilusión… recuerdos de un niño flacucho, de ojos grandes azules y curiosos, con una sonrisa maravillosa, tímido pero tenaz, porque recuerdo que las trastadas formaban parte de nuestras aventuras constantemente. Recuerdo aquellas historias entre las habitaciones de la casa del pueblo, la dichosa muñeca horrible… recuerdo la piscina en la que peleábamos por un sitio… recuerdo las visitas a los establos para ordeñar las vacas o los paseos con las ovejas… recuerdo cumpleaños y fiestas, recuerdo algunos días de piscina y las meriendas, muchos recuerdos, pequeños recuerdos… y también recuerdo lo afines que éramos… ¿tú te acuerdas? Nos hacíamos llamar clones o gemelos… y la verdad, no entiendo por qué… tú eras más guapo y yo más inteligente… o ¿era al revés? No importa, ahora sólo importa que crecimos una época juntos, una época bonita y maravillosa que creo, nunca olvidaré… gracias por aquél tiempo.
¿Y dónde quedó todo aquello? Hemos crecido y ya no recuerdo cuando fue ese último momento, hemos dejado de compartir y nuestras vidas se han separado… ahora para siempre.
Sé que eres una persona grande, en todos los sentidos… grande de corazón y grande en altura, me atrevería a decir que un gran amigo, un gran novio, un gran hermano y un gran hijo… y para mí también lo has sido, por eso querido primo… que sepas que dejas un gran vacío.
Y discúlpame que te hable en presente, para mí después de todos estos años de no haberte visto, estás ahí, igual que siempre. Esto pasará y volverá a nosotros la vida normal, por eso yo seguiré creyendo que sigues ahí con tu pareja y tu familia, tu trabajo, tus amigos, leyendo un libro o viendo tu película favorita… siempre me acordaré de ti, siempre serás mi clon, aunque me hubiera gustado ser más tu amiga, pero siempre estarás en mi corazón.
Disfruta de tu viaje y ya me lo cuentas un día de estos… no te olvides que siempre estarás entre nosotros… en lo que a mí respecta no olvidaré el regalo que me has dejado al poder compartir contigo, al menos una parte de tu vida.

Siempre te querré
Tu prima Raquel







jueves, 29 de agosto de 2013

Un Arcoíris


Tarde del 28 de agosto de 2013, el día había sido extraño, se levantó fresco pero azul, no había nubes en el cielo pero a medida que fueron pasando las horas, se fue cubriendo de un gris denso que traía vientos nuevos.


No había sido un día fácil, demasiadas explicaciones sin ganas de hablar, demasiados contactos cuando lo que buscas es soledad y demasiadas lágrimas acompañadas de aquellas imágenes una y otra vez… aquellas palabras resonando constantemente en mi cabeza, sus preguntas ávidas de la respuesta correcta, sus miedos gritando ser expulsados con ese abrazo, sus ojos llamando una y otra vez pidiendo tranquilidad con un beso… su “hasta luego” agitando la manita esperando que estuviera allí cuando despertase.

Una y otra vez, una y otra vez… día tras día desde entonces.

Llegó entonces el momento de salir, se levantó un viento que trajo la lluvia, mientras se oía a lo lejos al cielo gritar… me sentí identificada y me di cuenta que necesitaba que la lluvia arrastrase aquella angustia, que el viento se llevase las imágenes y las palabras, que los relámpagos me permitieran gritar tan alto que la rabia se confundiese con los truenos. No me importaba el frío, no me importaba mojarme, pero tenía miedo… a pesar de todo, tenía miedo.


 

Salí de casa y empecé a trotar hacia los caminos que van bordeando Fuenlabrada. No son caminos bonitos, sólo hay huertos alrededor, granjas, es un paisaje algo feo y muy al fondo… se puede ver parte de la sierra de Madrid; pero eso da igual, porque son los caminos por los que entreno, son los caminos que me permiten estar a solas, son los caminos que dejan ver sueños… son simplemente los caminos más bellos.

Según me adentraba en ellos la sensación de angustia fue creciendo, comencé a llorar nuevamente, todavía me cuesta creerlo, tuve miedo, podía sentir tan cerca los relámpagos que incluso pensé que pudiera caer uno sobre mí, las pulsaciones iban subiendo, llevaba el corazón en un puño, pero el olor a tierra mojada me animaba a seguir corriendo y parecía que el viento me llevara, entonces comenzaron a caer algunas gotas y sentí que la tensión se aliviaba.

Entonces me di cuenta del maravilloso espectáculo que me había preparado la Naturaleza. Un atardecer impresionante que espero tardar tiempo en olvidar. Podía disfrutar de miles de colores, infinitas sensaciones, todos mis sentidos estaban siendo deleitados por los cuatro puntos cardinales.

Mientras por el Oeste se acostaba el Sol, su luz teñía de un rojo anaranjado el cielo, recordándome el ímpetu y la vigorosa personalidad de Lola. Estaba allí, en ese fuego de rosas y violetas que desprendía el cielo cuando ella sonríe, cuando sus carcajadas hacen bailar hasta al ser más inanimado. Pensé en mi pequeña estrella cuando viene corriendo a abrazarme y me dice “te quiero mami”… y deseé que estuviera allí a mi lado.




El Este se presentaba de un azul intenso, trasmitiéndome la fuerza y sosegada personalidad de Bruno. Estaba allí, en la inmensidad del azul tocado por algunos brotes blancos de paz y tranquilidad, cuando sus ojos grandes y abiertos miran, cuando su ternura es capaz de derretir hasta al corazón más duro. Pensé en mi pequeño astro cuando se sienta a mi lado, me besa y me dice “tranquila mami”… y deseé que estuviera allí a mi lado.



 
El Sur teñido de un gris oscuro, enfadado gritaba con truenos y relámpagos por la rabia contenida en estos días. Allí estábamos nosotros, todas las emociones disimuladas, toda la tensión acumulada, los sentimientos escondidos incapaces de salir a luz, las palabras no dichas. Pensé en esta semana tan dura, percibiendo su nerviosismo intentando transmitir una tranquilidad que ni él se creía, cuando al mirarle veía sus ojos empañados por las lágrimas, sus abrazos y sus palabras, entonces el cielo se rompió con una luz brillante, alzó su voz por encima de todos los seres… y deseé que estuviera allí a mi lado.

 


Y mientras tanto, al Norte se abría una gran puerta con un Arcoíris perfecto, como hacía tiempo que no veía, dando paso a un futuro lleno de vida, junto a Mario y los niños. Allí estaba frente a mí, un arco perfecto que se extendía invitándome a cruzarlo por debajo, de lado a lado estaba sostenido por nuestros familiares y amigos que han estado con nosotros. Sus 7 colores reflejaban los 7 días pasados, cada color un día, cada día una sensación, cada sensación una emoción… emociones reflejadas en aquella luz cuya intensidad me decía que hay mucho aún por vivir y disfrutar, hay que seguir levantándose y pensé: “esta batalla está ganada pero hay que seguir luchando”. El futuro está en tu mano, cruza al otro lado por ellos, porque se lo merecen, porque te necesitan… el viento sopló otra vez, seguí corriendo en dirección al Arcoíris y la lluvia empezó a caer con más fuerza… entonces lloré de nuevo.

Han sido 50' salpicados de viento y lluvia, emociones y pensamientos, he corrido con el corazón en un puño, he tenido miedo, he sufrido y notado que me faltaba el aire, he visto la rabia de frente luchando con la esperanza y he disfrutado otra vez corriendo.

Esto es para vosotros, padres, madres, hermanas, familiares y amigos... me hubiera gustado que lo hubierais compartido conmigo, en ese mismo instante, con los 5 sentidos… pero espero que al menos así, os llegue de alguna forma todo lo que he vivido, la Naturaleza me ha concedido este regalo que yo os quiero hacer llegar por ser cómo sois, por estar ahí, por vuestro apoyo y vuestro cariño. Muchas gracias.

Y sobre todo para Bruno, por tu fortaleza tan inmensa… para Lola, por tu alegría tan enérgica… para Mario, por ser como eres y por llevarme de la mano. Sois lo mejor que me ha pasado en la vida, no hay suficientes palabras para describiros o deciros lo que siento… sólo quiero desearos lo mejor de este mundo, que los vientos os dirijan y que las hadas os acompañen.

 Os quiero tanto








lunes, 17 de septiembre de 2012

El yin y yang de la pared

El yin y yang son dos conceptos del taoísmo, que exponen la dualidad de todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas. El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración.


Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto de vista.


Principios

El yin y el yang son opuestos. Todo tiene su opuesto, aunque éste no es absoluto sino relativo, ya que nada es completamente yin ni completamente yang. Por ejemplo, el invierno se opone al verano, aunque en un día de verano puede hacer frío y viceversa.

El yin y el yang son interdependientes. No pueden existir el uno sin el otro. Por ejemplo, el día no puede existir sin la noche.

El yin y el yang pueden subdividirse a su vez en yin y yang. Todo aspecto yin o yang puede subdividirse a su vez en yin y yang indefinidamente. Por ejemplo, un objeto puede estar caliente o frío, pero a su vez lo caliente puede estar ardiente o templado y lo frío, fresco o helado.

El yin y el yang se consumen y generan mutuamente. El yin y el yang forman un equilibrio dinámico: cuando uno aumenta, el otro disminuye. El desequilibrio no es sino algo circunstancial, ya que cuando uno crece en exceso fuerza al otro a concentrarse, lo que a la larga provoca una nueva transformación. Por ejemplo, el exceso de vapor en las nubes (yin) provoca la lluvia (yang).

El yin y el yang pueden transformarse en sus opuestos. La noche se transforma en día, lo cálido en frío, la vida en muerte. Sin embargo, esta transformación es relativa también. Por ejemplo, la noche se transforma en día, pero a su vez coexisten en lados opuestos de la tierra.

En el yin hay yang y en el yang hay yin. Siempre hay un resto de cada uno de ellos en el otro, lo que conlleva que el absoluto se transforme en su contrario. Por ejemplo, una semilla enterrada soporta el invierno y renace en primavera.


Como podréis imaginar yo no soy una experta del yin y yang, estas definiciones han sido sacadas de la Wikipedia y probablemente, si seguimos ahondando en la materia, encontraremos mucha información sobre ello. No se puede resumir toda una filosofía en unas cuantas líneas, así pues… yo os lo dejo a cada uno, que cada cual profundice tanto como quiera.

Por otro lado, yo os dejo mi punto de vista personal, mi propio yin y yang, el que yo he buscado para que me dé ese equilibrio… el que yo he pintado en la pared para que me ayude a reflexionar cada vez que lo mire… aquél en el que dentro de ese equilibrio se pueda contemplar el caos, precisamente esa connotación que nos muestra que el uno no puede existir sin el otro… un yin y yang de colores suaves que relajan y curvas sinuosas que excitan… un todo, una parte en el todo, el todo de una parte… el mío.

¿No os parece que podríamos encontrar cualquiera de los principios del yin y yang en nosotros? Con sus diferentes interpretaciones, con cada visión particular, yo me atrevería a decir:
-          Opuestos: mi pareja.
-          Interdependientes: mi madre y mi padre.
-          Se subdividen: mis hijos.
-          Se consumen y generan mutuamente: mi cuerpo y mi mente.
-          Se transforman en su opuesto: dependiendo del momento, a veces la alegría se torna en tristeza, el pesimismo en optimismo, la fragilidad en dureza, la valentía en miedo.
-          En el yin hay yang y viceversa: como mujer que soy, creo que a veces aflora en mí esa parte masculina.

Y el tuyo… ¿cuál es?

Así creció el mío, hasta ser el que hoy es… lo que no quiere decir que sea así eternamente, porque igual que yo, evoluciona, cambia, se modifica, se crea de nuevo, renace… no es inerte, tiene vida… tanta como le quiera dar... pero hoy, está tranquilo.